Estigma (milagro)

Estigmatización de san Francisco, por Giotto

En la fe católica, los estigmas (del latín stigma, y este a su vez del griego στίγμα) son señales o marcas que aparecen de forma espontánea en el cuerpo de algunas personas, casi siempre místicas extáticas, lo que probaría que es la religión de un Dios verdadero, que crea e influye en el universo y socorre a la humanidad. Este concepto pudo surgir debido a que en la antigüedad los servidores eran marcados como señal de propiedad.

Estas heridas son similares a las infligidas sobre Jesús de Nazaret durante su crucifixión según la iconografía cristiana tradicional, y van precedidas y acompañadas de tormentos físicos y morales.[1]​ Suelen aparecer en las manos, pies y costado derecho, y a veces también en la cabeza y en las espaldas, lo que recuerda la coronación de espinas y la flagelación de Jesús de Nazaret.[2]

Las diversas confesiones cristianas diferencian la estigmatización de origen sobrenatural, bien por un don divino o por una intervención diabólica, de las de orden natural, causadas por el mismo sujeto que las porta, ya sea intencionalmente o por razones de origen psicosomático (por sugestión, hipnosis, etc. se ha conseguido producir fenómenos similares a la estigmatización, aunque difieren en la instantaneidad del fenómeno y en el deseo de su constatación a la vista de los demás).[3][4]

  1. Royo Marín (1968). Teología de la perfección cristiana, p. 928: «La ausencia de tales padecimientos —advierte Tanquerey— sería muy mala señal, porque los estigmas no son sino el símbolo de la unión con Cristo y la participación en sus sufrimientos.»
  2. Royo Marín (1968). Teología de la perfección cristiana, p. 928.
  3. Royo Marín (1968). Teología de la perfección cristiana, p. 933. «Es un hecho perfectamente comprobado que, en la mayoría de los casos, los estigmas se han producido instantáneamente estando el alma por lo regular en [...] oración contemplativa; de tal manera que un minuto antes no existían los estigmas y un minuto después aparecen todos perfectamente caracterizados.»
  4. Royo Marín (1968). Teología de la perfección cristiana, p. 932: «La teoría racionalista de que los estigmatizados desearon ardientemente recibir las llagas para parecerse a Jesucristo crucificado no resiste el análisis de la más elemental crítica histórica. Todos los que recibieron sobrenaturalmente las señales [...] de la crucifixión, las recibieron con verdadera sorpresa. La mayoría se espantaron de tal favor, suplicaron a Dios insistentemente [...], no que les retirase el dolor que sentían, pero sí que hiciese desaparecer las señales visibles que tanto les dignificaban. Los que, como san Francisco, conservaron toda su vida los estigmas, hicieron todo lo posible para ocultarlos a la vista de los demás.»

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